Saltar al contenido
Portada » Noticias » UNIDAD PARA LA TRANSFORMACIÓN DE LA JUSTICIA MEXIQUENSE

UNIDAD PARA LA TRANSFORMACIÓN DE LA JUSTICIA MEXIQUENSE

 

 

Recientemente, nuestra institución vivió un momento que definió su esencia y reafirmó su propósito: la elección unánime del magistrado Fernando Díaz Juárez como presidente del Poder Judicial del Estado de México. Este acto no solo evidenció la madurez de quienes integramos el Pleno, sino que demostró un compromiso compartido con la estabilidad y fortaleza del Tribunal. Más allá de los individuos, prevalece la misión de servir con justicia y responsabilidad al pueblo mexiquense.

En su momento, tuve la oportunidad de manifestar mi aspiración para ocupar ese honroso cargo. Sin embargo, la decisión de respaldar a mi compañero magistrado reflejó un principio que he cultivado durante más de tres décadas de servicio: la capacidad de subordinar el interés personal al bienestar colectivo. Este gesto no es solo un voto, es un acto de unidad y confianza en el valor supremo del diálogo y el consenso como pilares institucionales.

Este tipo de acuerdos no son nuevos en la historia. Ejemplos como el “Pacto de la Moncloa” en España, que en 1977 consolidó la transición democrática a través de acuerdos políticos entre fuerzas divergentes, nos recuerdan que la unidad y la conciliación son herramientas poderosas para transformar instituciones y sociedades. De igual forma, nuestra elección es un símbolo de madurez y compromiso con una visión compartida.

El magistrado Fernando Díaz asume la presidencia en un momento clave para nuestra institución. Las recientes reformas judiciales demandan un esfuerzo colectivo y sostenido que no puede recaer únicamente en una persona, sino en todos los integrantes del Poder Judicial. La capacitación, la mejora de las condiciones laborales y el uso eficiente de la tecnología serán fundamentales para lograr una justicia más accesible y eficiente.

En este contexto, la idea de la elección democrática de jueces y magistrados no debe ser descartada sin analizar su potencial. Países como Estados Unidos, con sistemas de elección directa de jueces en diversas jurisdicciones estatales, han demostrado que este modelo, aunque no exento de retos, puede reforzar la confianza pública y la rendición de cuentas. Según el Centro Nacional de Tribunales Estatales (NCSC, por sus siglas en inglés), este método ha promovido la cercanía de los jueces con las comunidades que sirven, aunque también ha planteado debates sobre su impacto en la imparcialidad judicial.

México tiene un legado de innovación institucional que ha dejado huella en el mundo. El amparo, concebido en la Constitución de 1857, sentó un precedente al establecer un mecanismo para proteger los derechos fundamentales de los ciudadanos frente a actos de autoridad, siendo inspiración para figuras similares en países como Chile y Argentina. Por su parte, el Instituto Federal Electoral (IFE), creado en 1990, marcó un antes y un después en la historia democrática de México al garantizar elecciones transparentes. Esta institución ha sido reconocida internacionalmente, incluso por la Fundación Internacional para Sistemas Electorales (IFES), como un modelo a seguir en procesos electorales independientes.

Estas experiencias nos enseñan que los cambios institucionales, por revolucionarios que parezcan, pueden consolidarse como fortalezas nacionales si se diseñan con visión y responsabilidad. Así como el amparo y el IFE transformaron nuestra relación con la justicia y la democracia, la elección de jueces podría ser una oportunidad para robustecer la legitimidad del Poder Judicial.

El desafío que enfrentamos no es menor, pero es precisamente en los momentos críticos cuando las instituciones se fortalecen. Estoy convencido de que nuestra unidad y capacidad de innovación serán la base para responder a los retos de la reforma judicial, proyectando una institución más sólida y confiable.

Extiendo mis mejores deseos y respeto al presidente Fernando Díaz Juárez, seguro de que contará con el respaldo de cada integrante del Poder Judicial para consolidar una visión común. Este es nuestro momento para demostrar, con hechos, que estamos a la altura de las expectativas y listos para transformar nuestra institución.

Larga vida al Poder Judicial del Estado de México, una institución que avanza con integridad y compromiso hacia un futuro más justo y prometedor.